Noticias | - 3:04 pm
No hay absolutamente nada de malo cuando la mujer se maquilla discretamente, se arregla el cabello con aderezos, corta, pinta, en fin, hace todo lo que precisa o es mejor para tener una apariencia bonita.
Además, es deber de toda mujer, especialmente si ella es de Dios, procurar tener la mejor apariencia posible para presentarse en la Iglesia o en cualquier otro lugar. Sin embargo, eso no debe exceder los límites, hasta el punto de que ella se vista y se maquille de tal forma que atraiga la atención de todos.
Todo el cuidado que pudiera tener con su exterior debe ser observado con la máxima discreción y simplicidad. La vestimenta sensual y exótica es condenable por la palabra de Dios, cuando excede el buen gusto, además de manifestar un carácter totalmente contrario al de Dios.
Las mujeres que extralimitan su sensualidad a través de su comportamiento o de su vestimenta, lo hacen porque tienen un espíritu del diablo, que en Brasil se le llama “pomba-gira”. ¿Por casualidad, no actúan así las mujeres prostitutas cuando quieren atraer clientes?
Cuando la mujer es virtuosa, es también sabia. Y en su sabiduría se preocupa por la apariencia interior, porque ésta naturalmente se reflejará en su exterior. Por tanto, cuida por encima de todo, su corazón, guarda su lengua de conversaciones vanas, y así manifiesta discreción. Cuando habla, nunca pretende que su voz cubra la de los demás. Cuando el corazón está lleno de la presencia de Dios, se alegra; y su alegría embellece el rostro.
“El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del corazón el espíritu se abate” (Proverbios 15:13)
Continuará…
Libro: El Perfil de la Mujer de Dios
Autor: Obispo Edir Macedo