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La Linda Navidad

La Linda Navidad

¿Será que la Navidad nos trae más tristeza que felicidad?

Muchos van a tener una linda Navidad.

Pero para otros, este tiempo trae nostalgia, tristeza y un sentimiento profundo de soledad.

Sí, existe un tipo de alegría: la familia que se reúne, los regalos, las compras, las luces…

Pero también hay quienes se sienten solos porque perdieron a un ser querido, no tienen a nadie, la economía está difícil o simplemente sienten que el mundo los ha olvidado.

¿Será que el frío no viene del clima, sino del corazón?

Muchos viven en la calle sin una colcha, sufriendo de frío, y hasta mueren.

Muchos están en hospitales sin recibir una visita.

Muchos no tendrán un regalo.

Muchos estarán solos en un apartamento, comiendo en silencio, sin nadie que les hable.

En Navidad llega el frío, no solo en el clima, sino en el corazón de muchos. Mientras algunos celebran… muchos más están sufriendo.

Pero, ¿qué se puede hacer si el sufrimiento no para o el mal no descansa?

Hacer nuestra parte. Por eso la Biblia nos enseña así:

“¡Entren, ustedes que son bendecidos por mi Padre!

Tomen la herencia que les corresponde en este Reino.

Está preparada para ustedes desde la creación del mundo.

Y esta es la razón: 

Tuve hambre y me dieron de comer,

tuve sed y me dieron de beber,

fui forastero y me dieron alojamiento,

tuve frío y me dieron ropa,

estuve enfermo y me visitaron,

estuve en prisión y vinieron a verme.” 

Entonces esos “justos” dirán:

“Señor, ¿de qué estás hablando?

¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos?

¿Con sed y te dimos de beber?

¿Y cuándo te vimos enfermo o en prisión y te visitamos?”

Y el Rey responderá:

“Les aseguro la verdad:

cada vez que hicieron esto por alguien olvidado o ignorado,

por alguien considerado insignificante,

lo hicieron por mí” (Mateo 25:34–40).

Más adelante también dice:

“Él les responderá: ‘Les aseguro la verdad: cada vez que no hicieron esto por uno de los más pequeños, por alguien olvidado o ignorado, fue a Mí a quien no se lo hicieron’” (Mateo 25:45).

Tal vez alguien piense: “Mi fe no está ahí” o “¿Qué tiene que ver el sufrimiento de otros conmigo?”

Pero, ¿cuánto más vamos a ignorar a las almas y a las personas que están perdidas?

Crezca en su fe, haga su parte y no se deje mover por instintos o impulsos, sino por lo que el Señor Jesús nos enseñó. Una hora de su tiempo —o incluso menos, hasta 10 minutos— significa mucho para otros. Piense en Él, porque lo dio todo por nosotros. Así debemos ser con nuestro prójimo caído.

No permita que el frío de la Navidad enfríe su corazón. Busque agradar a Dios y ayudar al prójimo.