Noticias | - 1:04 pm
Antes de leer este artículo, por favor pregúntese: ¿Por qué es importante someterse a Dios?
Antes de leer este artículo, por favor pregúntese: ¿Por qué es importante someterse a Dios?
La Palabra nos revela así: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. Así como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Sé fuerte y valiente, porque tú darás a este pueblo posesión de la tierra que juré a sus padres que les daría. Solamente sé fuerte y muy valiente; cuídate de cumplir toda la ley que Moisés mi siervo te mandó; no te desvíes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que vayas. Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito” (Josué 1:5-8). Según la Palabra, si uno guarda la Palabra y es obediente, Dios nunca lo abandonará en su presencia. Es más, si uno sigue este paso, el Señor promete que uno será exitoso en todo lo que hace.
Significa que uno se someterá. Es por esta razón que la Palabra dice que uno no mirará ni a la derecha ni a la izquierda, para que no se desvíe de la presencia de Dios.
La Palabra nos enseña así: “Israel ha pecado y también ha transgredido mi pacto que les ordené. Y hasta han tomado de las cosas dedicadas al anatema, y también han robado y mentido, y además las han puesto entre sus propias cosas. No pueden, pues, los hijos de Israel hacer frente a sus enemigos; vuelven la espalda delante de sus enemigos porque han venido a ser anatema. No estaré más con vosotros…” (Josué 7:11-12). Claro está, cuando uno no guarda lo que está escrito, el Señor dice que Él no estará más con uno. En el caso del pueblo de Israel, cuando ellos no siguieron lo que estaba escrito, perdieron la batalla contra Hai. Esto sucedió porque no hubo obediencia en las acciones que tomó Israel, dándole a entender al Señor que ellos tampoco guardaban Su Palabra. En otras palabras, ellos no estaban sometidos a Dios.
La sumisión es algo muy importante que Dios quiere que uno entienda. Nada es forzado, pero si uno quiere ver exitosos espiritualmente y en su vida, debe haber sumisión. Porque la Palabra de Dios es Su promesa, como acabamos de ver en los versículos, si uno no sigue los pasos de Él, Él no puede actuar en la vida de uno.
La Palabra nos afirma la importancia de la sumisión de esta manera: “Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). Según la Palabra, si uno está sometido a Dios, el diablo huirá de la presencia de uno.
Muchos, al igual que Josué, están pasando por batallas y murallas que se están levantando en su contra. Usted debe entender que el diablo siempre está trabajando en su contra de manera constante. Tal vez usted está pasando por batallas en la casa, con la familia, con su salud, o enfrentando envidia en el trabajo. Estos son los planes del mal para uno. Sin embargo, si uno se somete a Dios, el diablo no podrá resistir y huirá, lo que significa que uno será exitoso. En otras palabras, uno vencerá los planes del diablo.
Cuando uno es desobediente a la Palabra de Dios, significa que no considera lo sagrado. El Señor Dios es Santo, lo que significa que Él es sagrado. Él no es profano. Uno le demuestra a Dios su sumisión con sus actitudes hacia las cosas de Dios. En otras palabras, uno debe demostrar respeto hacia las cosas de Dios, porque es lo que está escrito. Lo que está escrito es sagrado y es lo que nos da poder para vencer.
Porque la Palabra nos enseña así: “Truena la voz del Señor al frente de su ejército; son innumerables sus tropas y poderosos los que ejecutan su palabra. El día del Señor es grande y terrible. ¿Quién lo podrá resistir?” (Joel 2:11). Según la Palabra, los que ejecutan Su Palabra son poderosos. En otras palabras, quien se somete y sigue lo que está escrito es poderoso. Pero no se confundan, cuando la Palabra menciona que el día del Señor es grande y terrible, se está refiriendo al enemigo que quiere hacerle mal al que es sumiso. Es por esa razón que la Palabra pregunta: “¿Quién lo podrá resistir?” Porque la respuesta ya fue dada: nadie, ni siquiera el enemigo, podrá resistir la presencia de Dios.
La Palabra nos guía así: “Por la fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca, y cuando los egipcios lo intentaron hacer, se ahogaron. Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de ser rodeados por siete días. Por la fe la ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz” (Hebreos 11:29-31). Para observar, si uno es desobediente o simplemente no tiene fe, no vence. El pueblo de Israel pudo pasar el mar Rojo con protección porque fueron obedientes. El muro de Jericó cayó porque los israelitas obedecieron. Rahab recibió paz porque obedeció. Todo esto pasó porque ellos estaban sometidos a la Palabra de Dios. Uno solo es exitoso cuando es sumiso a la Palabra de Dios. Pero cuando uno desobedece, Él se aparta de su vida.
Si uno quiere ser salvo, vencer y ser exitoso en todos los aspectos, debe obedecer, porque es lo que está escrito. El Señor Dios es el Señor de las promesas. Él siempre cumple, pero nosotros tenemos que cumplir primero con la obediencia y la sumisión.
La Palabra nos guía así: “Jesús respondió y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada” (Juan 14:23). Es decir, si uno es sumiso al Señor Dios, Él lo amará y habitará dentro de uno. En otras palabras, uno recibirá el Espíritu Santo. Pero tiene que haber una entrega total; solo así puede obrar Dios.
Continúa: “El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que oís no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:24). Cuando uno no ama a Dios, no obedece, no guarda. En otras palabras, no tiene comunión, y lo más triste es que no tiene la salvación de su alma.
Guarde Su Palabra, obedezca con amor, no por obligación. Él no quiere que usted sea obligado. Lo que Dios quiere es que uno venza y sea salvo por medio del Espíritu Santo, para que su alma esté en paz.