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Fruto del Espíritu Santo: La Bondad

Te cruzas en la calle con alguien que parece estar muriéndose de sed.

Estás caminando en el centro comercial con tu pareja y miras a alguien atractivo/a.

Te cruzas en la calle con alguien que parece estar muriéndose de sed. El sol está ardiente y la persona parece débil, apenas capaz de moverse. Te ruega: “Por favor, ¿me darías un poco de tu agua? Solo quiero tomar un poco de agua”. Al ver y escuchar esto, te molesta y decides ignorar a la persona, siguiendo tu camino.

En ese momento, mi amigo/a, has sido tocado por la malignidad.

¿Qué es la bondad?

La bondad es interpretada de diferentes maneras en muchas culturas, con diversas definiciones. Algunos piensan que la bondad es una forma de debilidad que permite que otros se aprovechen de aquellos que son bondadosos. Otros creen que la bondad es necesaria para entender y conectarse con los demás. Es importante distinguir entre amabilidad y bondad, ya que son conceptos distintos. Uno puede ser amable al hacer favores y ayudar a otros, pero la bondad implica virtud.

La bondad implica la habilidad de ser bueno con los demás y también tener paciencia hacia ellos. Sin embargo, la bondad y la paciencia a menudo se ven desafiadas en la vida diaria. Siempre surgen nuevos problemas y obstáculos, y a veces nos vemos abrumados por nuestras propias luchas, olvidando la importancia de la bondad. La bondad es una virtud, y la virtud es el resultado de una fuerza constante.

Las Sagradas Escrituras nos recuerda y define la bondad verdadera, “Jesús entonces le contestó:

—Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante. También un levita llegó a aquel lugar, y cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante. Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días, se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: “Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo se lo pagaré cuando vuelva” (Lucas 10:30-35). En referencia al versículo, el samaritano nunca intentó entender ni pensó que la persona a la que estaba ayudando se aprovecharía de él. Lo único que el buen samaritano “sintió” fue “compasión” por su prójimo caído. Él no se molestó como en el ejemplo mencionado al principio.

¿Qué es la Bondad Verdadera?

La bondad verdadera se asemeja mucho a la benignidad. Por lo tanto, la persona bondadosa tiene un comportamiento generoso e indulgente (que perdona) hacia los demás. La persona que posee esta virtud no escatima sacrificios para ayudar y hacer valer la fuerza del amor. Podemos ver un ejemplo de bondad en la parábola del buen samaritano (Lucas 10:30-35).

La persona bondadosa es suave y dulce; no se centra en sí misma y mucho menos espera recompensa de la otra parte. Por el contrario, no ve el color, el sexo, la belleza o la situación financiera de la otra persona; su principal satisfacción es glorificar al Señor Jesús a través de sus actos de generosidad (Las obras de la carne y el Fruto del Espíritu, Obispo Macedo).

Si usted o alguien que conoce desea encontrar la Bondad Verdadera, acompáñenos los miércoles con el estudio del Fruto del Espíritu Santo a las 7am, 10am, 4pm, principalmente 7pm en el 625 S Bonnie Brae St, Los Ángeles, CA 90057 o en la Universal más cercana a usted.

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