Noticias | - 5:18 pm
El miércoles pasado, la Iglesia Universal principal de Los Ángeles (Bonnie Brae) recibió la visita especial del Obispo Franklin Sanches. Él está a cargo de todo el trabajo evangélico que se realiza en México y en ciertos países de Centro y Sudamérica.
En su visita, hizo una gran pregunta:
La capacidad más grande que tenemos como seres humanos es el libre albedrío, o mejor dicho, la libertad de decidir. Todos tenemos la libertad de hacer el bien o el mal. Por ejemplo, si hablamos de Adán, Dios le dio la orden de no comer del árbol de la vida, pero él decidió hacerlo.
Un ejemplo más neutral de esto es cuando alguien tiene un vicio: el mal (diablo) no pone el alcohol o la droga en las manos de la persona; uno decide tomarlo.
Nuestras decisiones tienen poder, y es ahí donde la Biblia nos enseña cuán grandes son esas decisiones.
Dice así:
“Grandes multitudes le acompañaban; y Él, volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:25-27).
De ahí surge la pregunta relacionada con la decisión:
“Grandes multitudes le acompañaban”
Según el versículo, muchos seguían a Jesús, pero no con un compromiso real. Algunos lo hacían solo por curiosidad o por un milagro, y no porque entendieran que el compromiso con Él transforma. En otras palabras, nuestras decisiones tienen poder para transformar.
Por eso, en la Biblia Jesús aclara que seguirlo no es algo superficial, sino un llamado a entrega total.
“Aborrece”
La palabra compromiso se define de la siguiente manera:
La palabra “aborrecer” no se refiere a odio, sino a decisión y prioridad en nuestra vida. Seguir a Jesús implica un compromiso: negar la propia voluntad y poner a Dios en primer lugar. El compromiso con Jesús es tan grande que está po
r encima de los familiares más cercanos e incluso de uno mismo.
La decisión del compromiso es tan grande que uno entrega hasta la propia vida, porque debe estar dispuesto a pagar el precio para ser discípulo de Jesús. Renunciar implica dejar de lado los deseos y sueños, y sacrificar por lo que uno cree.
La transformación comienza con la entrega, porque significa que uno decide permitirse ser discipulado. Quien no está dispuesto a entregarse no puede formar parte de la unidad con Dios, ya que no considera ser discípulo.
“El que no carga su cruz”
La cruz es un símbolo de victoria, pero también de sacrificio, sufrimiento y muerte. Esas fueron las cosas que Jesús enfrentó por nuestros errores (pecados). Pero aquí, Jesús no se refiere a los problemas comunes como el trabajo o la enfermedad, sino a las decisiones conscientes para estar más cerca de Él y seguirlo.
“Viene en pos de mí”
El discipulado, más que solo creer en Él, implica vivir y actuar conforme a lo que está escrito. Por eso, nuestras decisiones deben basarse en la obediencia, la constancia y la fidelidad que enseña la Biblia.
Estas fueron las palabras de fe (confianza) que compartió el Obispo Franklin. Al final de la noche, él bendijo al pueblo de todo California, dejándonos con mucho en qué reflexionar cuando decidimos hacer algo.