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El Fruto del Espíritu Santo: La fe de un Grano de Mostaza

¿Por qué Jesús dijo que nada, nada es imposible para aquellos que tienen la fe como la sustancia?

¿Por qué Jesús dijo que nada, nada es imposible para aquellos que tienen la fe como la sustancia?

Cuando la Palabra de Dios habla del florecimiento del árbol que viene de una semilla del tamaño de un grano de mostaza, no se está refiriendo a un árbol cualquiera, sino a un gran árbol. Este gran árbol es la representación de las promesas de Él.

Nada de lo que Dios ha prometido es imposible.

¿Y cómo algo que Él ha prometido sería imposible de obtener?

Primeramente, es importante razonar si uno en verdad ha nacido de Dios. Porque si uno ha nacido de Dios, significa que ha sido bautizado por el Espíritu Santo y vive en comunión con Él.

La Palabra de Dios no orienta así: “El nacimiento del hijo de la esclava fue el resultado de un intento humano por lograr que se cumpliera la promesa de Dios…” (Gálatas 4:23). En referencia al versículo, esta esclava es Agar, la sirvienta de Abraham y de Sara. Sara era estéril, y como no podía dar a luz a un hijo, sugirió a Abraham que tuviera un hijo con su esclava para que cumpliera la promesa de Dios. Pero si prestamos atención al versículo, no hay manera ni posibilidad de que tomemos posesión de lo imposible que está prometido en la Palabra a través de la carne, a través del “Intento humano”.

Uno debe saber si está tomando la actitud apropiada cuando enfrenta luchas, problemas o cualquier dificultad, por la forma en que toma acción y se deja poner en la dependencia de Dios. Porque es el Espíritu Santo el que nos da la disposición y la garantía de vencer cualquier lucha, problema o prueba. Vencer es el afirmamiento y lo prometido.

Pero uno no debe estar concentrado en lo que uno quiere. Uno debe estar concentrado en lo que está prometido. Porque buscar la solución de un problema es completamente diferente a buscar lo que Dios ha prometido. Si solo estamos buscando la solución de un problema, estamos limitando a Dios.

Y a medida que el tiempo pasa y este problema aparentemente no se puede solucionar, la propensión o la tendencia es que uno se desanime, y uno se dé por vencido, y después tire la toalla. Y esto es un intento humano, porque uno se deja llevar por las emociones.

Por ejemplo, hay días en que uno se siente un gigante en la fe. Pero también hay días en que uno se siente como una hormiga. Hay días en que miramos los problemas de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Estas son las emociones, inconstantes. Pero cuando estamos firmados en la promesa, que es el Espíritu Santo, Él no afirma de esta manera: La Palabra de Dios dice así: “…pero el hijo de la libre nació para que se cumpliera lo que Dios había prometido” (Gálatas 4:23). El hijo nació de la promesa y nació del Espíritu Santo. Y es el Espíritu Santo el que nos fortalece. El espíritu nos da ánimo. El espíritu nos da perseverancia. El espíritu nos da paciencia.

Porque hasta que la promesa se materialice, salga del papel y se torne real, ante nuestros ojos físicos, tenemos que perseverar. Y perseverar con paciencia.

Pero, ¿qué significa perseverar con paciencia?

Sin lamentarse. Sin murmurar. Sin ser vencido por las dudas. Sin ser vencido por el tiempo. Permaneciendo firme y siguiendo, y actuando en la fe.

Por ejemplo, es como cultivar una planta o unos vegetales, uno necesita cuidar los frutos, porque van a venir los insectos y las plagas. Pero por eso uno cuida pacientemente.

Uno debe perseverar con paciencia.

Porque la obra de Dios es la promesa de Él y es eso lo que prospera en nuestras manos. El mayor fracaso que uno puede sufrir es el fracaso de la fe. No ver en su vida los frutos de la fe.

Ante la grandeza de Dios, nuestros problemas son una miseria. Uno no debe querer solo solucionar sus problemas, uno necesita querer las promesas.

Uno debe querer lo que está escrito en esta Palabra: “¡A aquel que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros” (Efesios 3:20)! En otras palabras, cuando uno es nacido de Dios, realmente, tuve esta experiencia, es aquel que es poderoso para hacer mucho más.

Porque cuando lo que nosotros hacemos es por el Espíritu Santo, nosotros no nos cansamos.

Uno debe querer lo que Dios quiere.

No es simplemente lo que uno quiere, es lo que Dios quiere. No hay ninguna posibilidad de que uno quiera lo que Dios quiere y esto no se cumpla en la vida de uno. Pero cuando lo que uno está persiguiendo es su voluntad, es su querer, uno va a desanimarse. Porque esto es un intento humano y el intento humano se cansa.

Uno debe tener paciencia, porque la promesa no cansa.

Esto es lo que pasa cuando uno se propone a buscar y a obedecer la promesa. La Palabra de Dios nos guía, “Eres bendita porque creíste que el Señor haría lo que te dijo” (Lucas 1:45). En referencia al versículo, cuando María recibió la visita del ángel y le dijo que el ser que había en su vientre era del Espíritu Santo, fue colocado por Él. Pero ella sabía que iba a pagar un precio. Imagínese, parece en su casa, en su trabajo embarazada. Usted está de novia, todavía no casada. Y de la nada, parece embarazada. Y usted va a decir, ¿que fue el Espíritu Santo? No por el miedo de ser juzgada.

La misma mentalidad humana de aquel tiempo es la misma de hoy. La tendencia del ser humano es juzgar. Ella tuvo que sufrir las consecuencias.

Ella fue difamada. Ella fue calumniada. Al principio, usted la quiso dejar.

Cuando uno cree, uno asume el compromiso y esto es pagar el precio de ser juzgado por la humanidad. Así como cuando le gustan unos zapatos, uno paga el precio para andarlos puestos.

La solución que uno quiere no está en nadie, está en la fe.

Pero si uno no tiene vida espiritual, será solo un intento humano. Y de ahí, después de un tiempo, uno se cansará, porque es solo un intento, no hay intento en la vida espiritual. Uno tiene que tener fe.

Pero el hecho de que uno esté bendito no significa que usted no tendrá que pagar el precio. No significa que usted no pasará por luchas, por problemas, por situaciones críticas, situaciones que aparentemente Dios está indiferente, pero no está. Y el Espíritu Santo habla con nosotros que Él no está, que debemos confiar.

Si usted o alguien que conoce desea encontrar  La fe de un Grano de Mostaza, acompáñenos los miércoles con el estudio del Fruto del Espíritu Santo a las 7am, 10am, 4pm, principalmente 7pm en el 625 S Bonnie Brae St, Los Ángeles, CA 90057 o en la Universal más cercana a usted.

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