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Su conciencia

Su conciencia

La joven o la mujer, que está llena del Espíritu Santo, sabe analizar las consecuencias de un mal casamiento, porque el Espíritu de Dios confirma con su Espíritu los consejos de la Palabra de Dios.

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente…” (2 Corintios 6:14-16).

Ella nunca correrá el riesgo de un mal casamiento, teniendo en cuenta que ambos son de Dios. Pero esa conciencia pura y cristalina está faltando hoy en la Iglesia del Señor Jesús. Y es por eso que el auténtico cristianismo, el cristianismo primitivo está invalidado, pues los jóvenes, aparentemente cristianos, están despreciando los consejos de Dios y se apegan a los deslumbres de sus ojos carnales para unirse con los hijos de las tinieblas. Después, procuran justificarse diciendo: ¡Ah! Después yo le llevo a la iglesia… O entonces dicen: Pero yo le amo tanto, y él también a mí…

No faltan razones, justificadas para dejarse llevar por el corazón engañador. ¡Cuánta ilusión! El Espíritu de Dios revela para Sus hijos:

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).

No se puede dar lugar a los instintos del corazón. Vea cuántos matrimonios han fracasado, cuántos suicidios se han cometido, cuántas peleas, contiendas y tantas otras cosas que han acontecido en nuestra sociedad. ¡Y todo a causa del corazón corrupto y engañador!

La familia es la célula-madre de la sociedad. Todos los grandes problemas que afligen a la humanidad tienen origen en esa célula: la familia. Cuando la familia va mal, entonces todos los miembros de ésta también van mal; y por donde vayan, llevarán consigo la contaminación de un hogar fracasado.

El mismo espíritu que condujo a la destrucción en su familia va a hacer lo mismo en las futuras familias. La Biblia lo llama espíritu familiar –es un espíritu inmundo que no tiene otra función sino destruir hogares–. Este tipo de espíritu no destruye familias que son constituidas por miembros del cuerpo del Señor Jesús, es decir, aquellas personas que tienen sus vidas basadas en la Palabra de Dios.

Cuando la joven nutre su corazón con el temor a su Señor y Salvador, entonces se apega a los consejos de Dios y jamás permite que el corazón la engañe. Al contrario, tiene el poder del Espíritu de Dios dentro de ella, para controlar los impulsos engañosos del alma. Porque desea servir al Señor de todo su corazón, procura relacionarse con personas que tienen el mismo objetivo  que el suyo.

Continuará…

Libro: El Perfil de la Mujer de Dios

Autor: Obispo Edir Macedo