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La última bienaventuranza

La última bienaventuranza

Bienaventurados los que guardan Sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad. — Apocalipsis 22:14 RVA

“Bienaventurados” — esta es la séptima y última bienaventuranza del Apocalipsis. Sí, el libro de mayor revelación que Dios le dejó al ser humano no trae solo profecías severas sobre el final de los tiempos y el destino eterno de los que rechazaron la salvación. También trae esperanza y promesas de maravillosa recompensa a los que guardan la fe.

En esta última bienaventuranza, por ejemplo, los bendecidos son los que obedecen los mandamientos del Señor. Ellos tendrán el derecho al Árbol de la Vida y a la entrada triunfal en la Nueva Jerusalén. O sea, nunca más sufrirán la muerte, sino que vivirán eternamente con Él en la nueva ciudad santa, preparada por Dios para los que Lo aman.

Amar a Dios no se basa en sentimientos. La esencia del amor a Dios es guardar Su Palabra, como el propio Juan resaltó en una de sus cartas: Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son gravosos.— 1 Juan 5:3

Al contrario de lo que piensa la mayoría, los mandamientos de Dios no son pesados, penosos o aburridos. La carga del Señor Jesús es ligera. ¡Pesada es la carga que el diablo impone sobre sus súbditos! Dura es la vida de los que viven sin Dios, sin paz, perturbados por su conciencia inmunda, esclavos de sus vicios y pasiones, faltos de razón para vivir, pero llenos de miedo, incerteza y duda… La carga del diablo, esa sí, ¡sobrecarga!

Sin embargo, obedecer los mandamientos de Dios, aunque parezca difícil y restrictivo, en realidad es liberador. Cuando obedecemos a Dios, quedamos libres de nosotros mismos, de nuestras pasiones humanas que tienden a ser autodestructivas — y libres del alcance del diablo.

La verdad es que Satanás usa la estrategia de la propaganda engañosa para atraer a las personas a sus caminos y alejarlas del camino de Dios. De esta manera, astutamente, logra hacer que los caminos hacia el infierno parezcan atrayentes y llenos de diversión— y el camino que lleva a Dios (guardar Sus mandamientos) algo aburrido, pesado y cansador.

No obstante, el lector del Apocalipsis no se deja engañar por esto. Sabe que quienes realmente disfrutan la vida aquí — y disfrutarán mucho más en la eternidad — son los que obedecen la Palabra de Dios.

Libro: La Tierra va a Prenderse Fuego

Autor: Obispo Renato Cardoso