Noticias | - 4:44 pm
¿Cuántas veces ha dicho “puedo sola”?
¿Cuántas veces ha repetido “soy una mujer fuerte”?
¿Cuántas veces ha afirmado “mi madre me enseñó a ser independiente”?
¿Cuántas veces ha pensado “no necesito de un hombre”?
Una y otra vez escuchamos frases como estas… como si depender de alguien fuera sinónimo de debilidad.
La sociedad nos exige ser fuertes, ocultar el dolor y continuar como si nada nos afectara.
Nos enseña que llorar es un fracaso y que pedir ayuda es una vergüenza.
Pero la verdad es que fuimos creadas para depender —no de cualquiera—, sino de Aquel que todo lo puede.
Dios sabe que somos limitadas, y por eso Él nos sostiene, nos fortalece y nos levanta cuando ya no hay fuerzas.
Aceptar ayuda no nos hace menos; al contrario, revela sabiduría y humildad.
La mujer que reconoce su necesidad de apoyo no es débil, es valiente.
La Biblia dice:
“La mujer sabia edifica su casa.”
Y también nos recuerda:
“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero;
pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá quien lo levante.” — Eclesiastés 4:9-10
Dios nos hizo así: sensibles, puras, fuertes y llenas de virtudes.
Y aunque muchas veces “podamos solas”, la verdadera sabiduría está en permitir que Él —y también otros— nos ayuden a levantarnos.