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La palabra “revelado” aparece decenas de veces en la Biblia. Pero, ¿qué quiere decir ser revelado?
Ser revelado significa que algo que estaba oculto, desconocido o incomprendido es mostrado claramente por Dios. En la Biblia, no se trata solo de recibir información, sino de que el Espíritu Santo ilumina el entendimiento para discernir verdades espirituales que no se pueden conocer por medios humanos.
Un ejemplo claro lo vemos en el momento en que Pedro recibió una revelación y, por eso, pudo responder correctamente a la pregunta de Jesús sobre quién era Él:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16).
Al oír esta respuesta, Jesús se agradó y le dijo:
“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:17–18).
Según las Sagradas Escrituras, Jesús les preguntaba a sus discípulos si sabían quién era Él.
La respuesta de Pedro demuestra que ese entendimiento no vino por lógica humana, sino por fe. Fue Dios, a través del Espíritu Santo, quien le reveló la identidad de Jesús.
Esto nos enseña que solo cuando una persona está en comunión con el Padre, por medio de Su Palabra, puede reconocer verdaderamente a Jesús como el Salvador, el Mesías y el Hijo de Dios.
Si observamos el versículo con atención, notamos que Jesús llama “piedra” dos veces a quien ha recibido la revelación. El nombre Pedro, en griego, es Petros (Πέτρος), que significa “piedra pequeña”. La parte clave es: “…Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia…” (Mateo 16:18).
De esa misma manera, la Palabra también nos revela que somos piedras vivas:
“Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual…” (1 Pedro 2:5)
Cuando pensamos en una piedra, solemos imaginar algo firme, resistente, que no se rompe con facilidad. De forma parecida, cuando se habla de una “piedra viva”, se refiere a una persona con carácter fuerte, estable y con valores sólidos, alguien que da soporte a los demás y ayuda a construir algo más grande que uno mismo.
Sin embargo, ser piedra viva va más allá: significa que de esa vida fluye el agua, la cual representa la Palabra de Dios. Esta agua no proviene del ser humano, sino que brota desde el interior, y su origen es el Señor.
“…las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).
Este versículo nos muestra que, cuando Jesús ha sido revelado y la Iglesia se edifica sobre esa roca mediante una fe verdadera, se vuelve invencible.
Hades, en este contexto, se refiere al infierno o al reino de la muerte. Es decir, ni las fuerzas del mal ni la muerte pueden vencer a una vida fundamentada en Cristo.
Quien tiene esta convicción no solo resiste las adversidades espirituales, sino que también se convierte en piedra, columna y fundamento de la verdad (1 Timoteo 3:15).
Con todo esto dicho, les animo a que construyan una relación con el Padre, para que, al igual que Pedro, no solo sean personas a quienes Dios les revela Su verdad, sino también piedras vivas en la casa de Dios.
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