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Lo que no Apreciamos

Lo que no Apreciamos

¿Será que pocos pueden leer con el deleite del mártir?

En pocas palabras, un mártir es una persona que se sacrifica, sufre e incluso muere por lo que cree y por su fe. “Deleite” significa gozo, pero en este caso no se habla de cualquier cosa, sino del gozo de leer la verdad. A lo largo de la historia de la humanidad, muchos se han sacrificado por defender la verdad.

Pero nuestra verdad vino acompañada de algo muy especial: la promesa y su cumplimiento. Según la Biblia, el Señor Jesús fue la mayor promesa y su cumplimiento. La Biblia contiene más de 8,000 promesas que vienen directamente de Dios. Sin embargo, muchos han olvidado esto. Han olvidado el sacrificio que fue necesario para que la promesa no solo los alcanzara, sino que obrara en sus vidas. Han dado por sentada la Palabra de Dios (la Biblia).

Por eso la Biblia nos enseña:

“Y me ha dicho: ‘Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.’ Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).

Muchos somos como aquel niño que, si no recibe lo que pidió, olvida el valor de lo que ya tiene o de lo que se le ha dado. Las promesas no son instantáneas, pero llegan a su debido tiempo. Así como un padre sabe lo que le hará bien a su hijo y lo que no, así mismo sucede con Dios Padre. A veces no es que Él no quiera darnos algo, sino que no estamos preparados, no es el momento adecuado o simplemente no es para nosotros.

Aquí, Dios le dice a Pablo que su gracia es suficiente. “Bástate” significa que es lo bastante y que no necesitas más. Esto implica que, aunque Dios no quite el problema, su gracia es suficiente para sostenernos. Por eso, uno se fortalece en la debilidad, porque aprende a rechazar lo que su humanidad quiere para hacer la voluntad de Dios.

Uno tiene que aferrarse a la promesa, aunque todavía no la vea:

“Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4).

Las promesas no fueron dadas para separarnos de Él, sino para acercarnos. Nuestra humanidad siempre querrá más, pero no debemos regresar a aquello de lo que ya hemos salido. Debemos avanzar conforme a la naturaleza divina.

La promesa llegará en Su tiempo, no en el nuestro.

Con todo esto dicho, manténgase firme en Su Palabra (la Biblia), con gozo por el sacrificio hecho por nosotros, y no permita que la naturaleza humana corrompa lo que Él preparó para nosotros.