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Muchas veces, cuando hablamos de transformación, nos referimos a un cambio total en cómo somos: en nuestra forma de pensar, en cómo nos vemos, en lo que sentimos y hasta en cómo vivimos. Es pasar de ser una persona con ciertas costumbres o actitudes a tener otras completamente diferentes. Y esas cosas bien importantes, pero aun todas solo se relacionan con lo físico y no con lo espiritual. Cuando hablamos de lo físico, nos referimos a algo que dura poco; en cambio, lo espiritual es para siempre y no cambia. La transformación no es solo un cambio… es comenzar una vida completamente nueva.
La Biblia nos enseña así sobre este tema: “que el que en ustedes comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6).
Cuando hablamos del inicio de una transformación, nos referimos a que fue Dios quien la empezó. Él nos dio la oportunidad de buscar la salvación. Según lo que dice el versículo, esa “buena obra” es recibir salvación, aprender a confiar (fe) en Él, crecer espiritualmente y descubrir el propósito único que tiene para cada uno.
Lo espiritual es lo que nos ayuda a lograr el cambio que de verdad necesitamos, porque nos enseña a confiar en Dios. Es como cuando empiezas a jugar un deporte nuevo: si quieres ganar, primero tienes que aprender las reglas y practicar hasta que te salga bien. Lo mismo pasa con la fe: mientras más confíes en Dios, más victorias tendrás y más completa será la transformación que buscas. Según la Biblia, Él siempre está trabajando para ayudarte a crecer, madurar y ser fuerte por dentro. Al final, lo que Dios más quiere es que vivas en paz y con victoria en tu vida.
Es cuando dejamos que lo que Jesús enseñó realmente entre en nuestra vida. Cambiar no pasa de un día para otro, es un proceso que dura toda la vida, pero se completa cuando nos encontramos con Jesús y recibimos el Espíritu Santo. Eso nos da la seguridad de que nuestra salvación es real.
Cada semana en el YPG nos reunimos para conversar sobre temas que nos ayudan a crecer. En estas conexiones los jóvenes pueden hacer preguntas, anotar ideas y reflexionar sobre lo que necesitan cambiar para acercarse más a Dios.
Es un espacio para aprender, compartir y salir motivados a vivir algo nuevo.