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La Puerta Dorada

La Puerta Dorada

Mundialmente, la Universal, por primera vez en su historia, comenzará un propósito especial denominado: “La Bendición de las 7 Puertas de Jerusalén.” Esta semana, hablaremos de La Puerta Dorada.

La Puerta Dorada está ubicada en el muro oriental de la Antigua Ciudad de Jerusalén, frente al Monte de los Olivos, y se mantiene cerrada hasta el día de hoy. En árabe, esta puerta se llama Bab al-Rahma, que significa la “Puerta de la Misericordia”. De todas las puertas mencionadas en esta serie, la Puerta Dorada es considerada una de las más proféticas.

La Palabra nos enseña así: “Entonces me hizo volver por el camino de la puerta exterior del santuario que da hacia el oriente, y estaba cerrada. Y el Señor me dijo: Esta puerta estará cerrada; no se abrirá y nadie entrará por ella, porque el Señor, Dios de Israel, ha entrado por ella; por eso permanecerá cerrada” (Ezequiel 44:1-2).

Según la Palabra, la Puerta Dorada fue aquella por la cual el Señor Jesús cruzó cuando se reveló como el Mesías de la profecía del Antiguo Testamento. La Puerta Dorada, hasta el día de hoy, se mantiene sellada porque está profetizado que el Señor Jesús la cruzará una vez más para regresar al Monte de los Olivos con Su pueblo.

La Palabra nos revela así: “Sus pies se posarán aquel día en el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al oriente; y el monte de los Olivos se hendirá por el medio, de oriente a occidente, formando un enorme valle, y una mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur” (Zacarías 14:4).

Como se mencionó al principio de este artículo, la Puerta Dorada está frente al Monte de los Olivos. Este monte tiene múltiples significados: el ministerio de Jesús, la intimidad con el Señor, Su sabiduría y el cumplimiento de Su promesa. También representa el lugar donde uno se entrega a Dios y a Su voluntad. Pero, más que todo, el Monte de los Olivos simboliza la gloria del Señor y Su regreso.

La Palabra profetizó así: “¡Alégrate, oh pueblo de Sion! ¡Grita de triunfo, oh pueblo de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti. Él es justo y victorioso, pero es humilde, montado en un burro: montado en la cría de una burra” (Zacarías 9:9).

El profeta Zacarías, en el Antiguo Testamento, profetizó que la entrada triunfal del Señor Jesús sería montado en un burro. En aquel tiempo, el Señor Jesús entró en un burro para identificarse con nosotros. Pudo haber entrado en un caballo, pero no lo hizo porque quiso entrar de manera humilde, representando la compasión y misericordia que tenía por Su pueblo.

La palabra “Hosanna” significa “sálvanos ahora”, y fue el clamor que la gente proclamó al Señor Jesús cuando Él cumplió la profecía del Antiguo Testamento.

La Palabra dice así: “Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos con este encargo:

«Vayan a la aldea que tienen enfrente. Ahí mismo encontrarán una burra atada y un burrito con ella. Desátenlos y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respóndanle que el Señor los necesita, pero que ya los devolverá».

Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:

«Digan a la hija de Sión:

“Mira, tu rey viene hacia ti,

humilde y montado en un burro,

en un burrito, cría de una bestia de carga”».

Los discípulos fueron e hicieron como había mandado Jesús. Llevaron la burra y el burrito y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús. Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. Tanto la gente que iba delante de Él como la que iba detrás gritaba:

—¡Hosanna al Hijo de David!

—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

—¡Hosanna en las alturas!

Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.

—¿Quién es este? —preguntaban” (Mateo 21:1-10).

Pero, ¿cómo se relaciona todo esto con nosotros?

Se repite: “Hosanna” significa “sálvanos ahora”, y esa es la fe de la Puerta Dorada. Es decir, uno necesita que el Señor Jesús entre en su vida para recibir la salvación. Pero, para que eso pase, debe haber humildad, reconocimiento de la necesidad que tiene su alma y, más que todo, fe en que el Señor Jesús es su Salvador y Rey para que lo limpie.

La Palabra sigue así: “Jesús entró en el Templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas.

«Escrito está —dijo—: “Mi casa será llamada casa de oración”, pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».

Se le acercaron en el Templo ciegos y cojos y los sanó. Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley vieron que hacía cosas maravillosas y que los niños gritaban en el Templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron” (Mateo 21:12-15).

Así como el Señor Jesús limpió el templo, Él tiene el mismo deseo de limpiarnos a nosotros para que seamos parte del cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo. Si observamos el versículo aún más, nos damos cuenta de que, incluso cuando el pueblo estaba recibiendo la gran bendición de la limpieza del templo, los jefes de los sacerdotes y los maestros se indignaron. El mal siempre se va a enojar cuando uno recibe esta bendición, porque sabe que uno va a ser salvo.

La Puerta Dorada es la Puerta de la Misericordia porque fue cuando el Señor se reveló para que nosotros seamos salvos. Es decir, desde ese punto, el Señor se entregó para ser sacrificado por todos nuestros pecados.

Con todo esto dicho, los invito a que pasen por la puerta más importante de todas: la de la Misericordia del Señor, para que ustedes, al igual que el pueblo de Dios, reciban la alegría que ellos recibieron. ¡Que todos recibamos Su limpieza!

¡Hosanna!

Siga esta serie especial, donde se estará revelando el significado de cada puerta. Semana pasada:La Puerta del León

Participe este domingo 30 de marzo de 2025 a las 7 a.m., especialmente a las 10 a.m., 3 p.m. y 6 p.m., en el Templo de los Milagros, ubicado en 625 S Bonnie Brae St, Los Ángeles, CA 90057, o en la Universal más cercana a usted, donde se estará hablando de este gran propósito: La Bendición de las 7 Puertas de Jerusalén.