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La Puerta de Damasco

La Puerta de Damasco

Mundialmente, la Universal, por primera vez en su historia, ha comenzado el propósito especial denominado: “La Bendición de las 7 Puertas de Jerusalén”. Esta semana, se hablará de la Puerta de Damasco.

La Puerta de Damasco está situada en la parte norte de la antigua Jerusalén y es una de las entradas más importantes históricamente. En las Sagradas Escrituras, esta puerta está asociada con la Puerta de Efraín, mencionada en el Antiguo Testamento, ya que su ubicación está cerca del lugar donde se encontraba dicha puerta.

Históricamente, la Puerta de Damasco recibió su nombre debido a un importante camino utilizado para viajes y comercio, que conectaba Jerusalén con la parte norte del Levante, Samaria, Galilea y la ciudad de Damasco.

La Puerta de Damasco, a lo largo de su existencia, ha tenido otros nombres. Para los romanos, se llamaba Puerta de Neápolis (que significa “Nueva Ciudad”). Durante la Edad Media, recibió el nombre de “Bab al-Amud” (que se traduce como “Puerta de las Columnas”), ya que los romanos la construyeron con grandes y sólidas columnas. Sin embargo, estos nombres no prevalecieron, pues la conexión que esta puerta tiene con Jerusalén y Damasco, así como con las Sagradas Escrituras, es mucho más fuerte que cualquier otra denominación.

La Palabra nos enseña así: “En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:

—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

 —¿Quién eres, Señor? —preguntó.

—Yo soy Jesús, a quien tú persigues —contestó la voz—. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer” (Hechos 9:3-6).

Este fue el versículo que determinó cómo se llamaría esta Puerta. Por otro lado, la Puerta de Damasco nos sirve como un símbolo de espiritualidad en el llamado de Dios. Según la Palabra, Pablo era un perseguidor de cristianos hasta que tuvo un encuentro con el Señor Jesús y recibió una revelación tan sobrenatural que llegó a ser un gran apóstol para la obra de Dios. Fue en el camino a Damasco donde Saulo recibió su nuevo nombre: Pablo.

Pero, ¿cómo lo ponemos en nuestra perspectiva?

Muchos, espiritualmente, no conocen a Dios y, al no haber descubierto Su llamado, viven frustrados por lo que escuchan del mundo. Así como Pablo, uno debe tener un encuentro directo con Jesús para que haya transformación. En otras palabras, no basta con razonar a partir de lo que se escucha de otros o del mundo; es necesario escuchar la Palabra y meditar en ella. Es decir, leer la Biblia directamente para afirmar por uno mismo lo que está escrito.

Uno debe tener este encuentro con el Señor Jesús para recibir una transformación total y completa.

Pero, ¿qué pasa cuando uno cruza esta puerta?

La Palabra nos enseña así: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Salmos 23:1)

Si observamos bien la Puerta de Damasco y lo que simboliza espiritualmente, encontramos tres aspectos clave: el llamado, la transformación y la restauración. A través del apóstol Pablo y de otras partes del Antiguo Testamento, como Isaías 2:2-3, nos damos cuenta de que, histórica y bíblicamente, fue una invitación para todas las naciones. Incluso, esta invitación fue parte de una profecía en el primer libro del Antiguo Testamento (Génesis 48:19).

Como se mencionó anteriormente, fue en el camino a Damasco donde Pablo recibió su nombre, dándonos a entender que la Puerta de Damasco representa la transformación y la salvación. Pero más allá de esta transformación, descubrimos que la puerta representa un movimiento del Espíritu que nos quita el velo y nos revela la verdad. Es decir, al dejar de ser ciegos espiritualmente, llegamos a ser revelados.

Para terminar, la Puerta de Damasco ha sido testigo de guerras, asedios y conflictos, e incluso ha tenido otros nombres, tanto histórica como bíblicamente. Esto nos muestra que la Puerta simboliza una transformación total. De hecho, la Puerta fue completamente quebrada para ser reconstruida, y esa es la invitación espiritual: nosotros necesitamos ser quebrantados para ser reconstruidos por Él.

Con todo esto, la decisión de cruzar la puerta es personal. Así como Pablo, uno debe tener un encuentro con el Señor Jesús y Sus caminos. Es decir, para dejar de ser ciego y ser revelado, uno debe leer y escuchar Su Palabra.

Cuando uno obedece y hace lo que está escrito, tendrá un encuentro con el Señor Jesús y será transformado completamente para tener paz eterna. Es entonces cuando uno se convertirá en una bendición y recibirá el Espíritu Santo.

Siga esta serie especial, donde se estará revelando el significado de cada puerta. Semana pasada:La Puerta de las Basuras

Participe este domingo 23 de febrero de 2025 a las 7 a.m., especialmente a las 10 a.m., 3 p.m. y 6 p.m., en el Templo de los Milagros, ubicado en 625 S Bonnie Brae St, Los Ángeles, CA 90057, o en la Universal más cercana a usted, donde se estará hablando de este gran propósito: La Bendición de las 7 Puertas de Jerusalén.