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La Oración (Parte 3): Orar con Audacia y Poder

La Oración (Parte 3): Orar con Audacia y Poder

Seguiremos nuestra serie donde reflexionamos sobre la importancia de la oración y por qué uno debe mantener siempre esta disciplina. Hoy se Hablará de uso de la audacia y poder en la oración.

Como se ha mencionado en esta serie, la oración debe hacerse en el Espíritu y con sinceridad, ya que es un momento de intimidad e invocación con el Señor Dios y el Espíritu Santo. Sin embargo, muchos aún no han descubierto que la oración debe hacerse con audacia, valentía, confianza y poder.

Pero, ¿por qué la oración debe hacerse con audacia, valentía, confianza y poder?

Orar con audacia y confianza hacia Él:  

La Palabra nos enseña: “Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca.” (Apocalipsis 3:16).

Según la Palabra, uno no puede ser tibio ni tímido con el Señor de ninguna manera. Esta idea se aplica en muchas áreas, porque cuando uno sigue al Señor, no puede hacerlo a medias. Si observamos la Palabra, nos damos cuenta de que el Señor nos llama a ser fervientes en Su Palabra. Es decir, debemos ser firmes, fieles y tener plena confianza en lo que está escrito. Cuando uno usa estas herramientas con fe, le demuestra al Señor audacia y poder en Su Palabra. La oración es parte de Su Palabra y nos insta a hacerla con audacia, reconociendo que Él es nuestro Padre celestial y que nosotros somos Sus hijos. Es decir, es una relación íntima y sin temor de nada; Él quiere oírlo todo de nosotros, incluso nuestras fallas.

La Palabra nos afirma que uno debe acercarse a Él con valentía, así: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y encontrar la gracia que nos ayude oportunamente” (Hebreos 4:16).

Este versículo nos sirve como evidencia de que el Señor siempre desea que nos acerquemos a Él con audacia y confianza. Cuando uno ora con la certeza de que Él es su Señor y su Dios Padre, recibe misericordia y se encuentra en Su gracia. Esto sucede porque uno le demuestra confianza con sus actos de oración y no solo con palabras que pueden estar vacías o sin valor.

La Oración con Poder:

La oración es poder, pero muchos que están en la fe, en el momento de orar, comienzan a dudar. Por eso, la oración debe hacerse con valentía y autoridad.

Pero no malinterpreten—uno debe demostrar temor reverente a Dios en obediencia, pero cuando se ora, debe haber poder y determinación.

La Palabra nos enseña así:

“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).

En otras palabras, la timidez, la duda y el miedo paralizan nuestra fe en la oración. Pero si uno usa la fe con audacia, activa la intervención de Dios.

Orar con Poder en Su Nombre:

La oración con poder es tan importante que Él nos ordena invocar Su nombre en la oración para que tenga autoridad. La Palabra nos enseña así:

“Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:13-14).

El Señor Jesús nos entregó la autoridad y el poder para glorificar al Padre a través de Su nombre. Esto significa que cada vez que oramos con fe, valentía, audacia y confianza, y pedimos en Su nombre, Él nos concede todo conforme a Sus promesas.

Recuerde que el poder proviene de la comunión que uno tiene con el Espíritu Santo, y que el Señor solo puede actuar en su vida cuando uno obedece y cree en Él.

Con esto dicho, la oración no se basa en lo humano, sino en nuestro espíritu de fe. La oración con audacia y poder se vuelve fuerte cuando uno descubre quién es en el Señor, es decir, cuando oramos con la identidad de hijos de Dios.

La audacia y el poder en la oración tienen mucho que ver con la confianza en Él y en Su Palabra. Esto significa que, para orar con poder, uno debe conocer lo que está escrito y recordarle a Él Sus promesas.

Una vez más, les recuerdo: nada es obligatorio; cada uno tiene la decisión. Sin embargo, el Señor siempre desea que lo conozcamos más, para que tengamos la confianza de pedirle a Él como hijos.

¡Ore con confianza en Él!

Si le gustó este artículo y aún no ha leído el primero de la serie, aquí le dejo el enlace: La Oración.

También les dejo aquí la segunda parte de la serie: Orar en el Espíritu

 

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