Noticias | - 8:12 am
Encendemos la televisión y vemos conflictos. Leemos las noticias y solo hay discordia, rivalidades y desesperanza. Salimos a la calle y nos sorprende la indiferencia, el egoísmo y la inhumanidad. Las personas se enorgullecen de ser hostiles, de tener bronca, de excluir y anularse unos a otros. Basta que sean contrariadas para que busquen formas de defenderse y herir a otros aún más. Usan la inteligencia para crear formas de declarar con más vehemencia su odio y así herir a sus enemigos.
La respuesta a una ofensa rara vez es comprender, pasar por alto y perdonar. ¡Las redes sociales son prueba de ello! Ellas reflejan lo que sucede en la vida real, con discursos de odio, comentarios agresivos, calumnias, ciberbullying, faltas de respeto e incluso crímenes.
El odio se ha vuelto tan cultural que ni una sola palabra se perdona fuera del discurso políticamente correcto. Hoy en día, basta sólo una publicación o un discurso considerado inapropiado para causar una avalancha de cancelaciones y una prohibición para siempre. Además de ser una forma moderna de apedreamiento, es la manera más rápida para que las personas liberen todo el mal que se acumula en su interior.
Sin embargo, Dios no nos creó para odiar. Note como un niño es puro en sus sentimientos y en sus acciones. Los más pequeños pueden quedarse molestos en el momento, pero pronto el sentimiento pasa y ellos regresan a hablar con quienes los molestó, sin rabia ni frustración.
Vemos, entonces, que es urgente hablar del perdón en las relaciones; ya sea entre pueblos, entre vecinos o entre hermanos, pues, ¿qué futuro que puede haber para los seres humanos si no son capaces de perdonar una ofensa?
Necesitamos ser conscientes de que nos lastimarán y que las personas más cercanas, – con quienes vivimos, a quienes consideramos y a quienes amamos – pueden ser la causa de nuestro dolor e incluso daño.
Libro:El Placer de la Venganza
Autor: Obispo Edir Macedo