Noticias | - 4:37 pm
¿Será que nosotros hemos despreciado al prójimo caído? Tal vez lo hicimos sin querer, pero cuando lo vimos, no nos agradó lo que vimos. Es más, quizás incluso le dijimos: “Aléjate de mí”. Tal vez esa persona solo necesitaba un poco de agua, una moneda, un pan… algo que lo sostuviera. Y al vernos, pensó: “A esta persona no le dolerá regalarme un poco de agua”.
Este mensaje no se escribe para hacernos sentir culpables, sino como una observación sobre actitudes que muchas veces tomamos inconscientemente. A veces actuamos así porque sentimos rechazo ante lo que vemos, o tememos, sin razón, que una persona necesitada quiera hacernos daño. Entre los años 2018 y mediados de 2024, en Los Ángeles, California, según el censo más reciente, aproximadamente 2,508 personas han muerto en refugios para personas sin hogar. Además, en un solo año, cerca de 900 más han fallecido en las calles, tiendas, estacionamientos, parques o casas abandonadas. Todas estas muertes corresponden a personas sin hogar.
Cinco causas comunes de muerte en esta comunidad:
Todos tenemos el derecho de hacer el bien, pero cómo reaccionamos ante esa oportunidad es nuestra decisión. La Palabra nos enseña así:
“Pero él quería justificarse, así que preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
Jesús respondió:
—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Un sacerdote que pasaba por allí lo vio y siguió de largo. También un levita lo vio y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, al verlo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del lugar.
‘Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste de más, se lo pagaré cuando regrese’.
¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
—El que se compadeció de él —respondió el experto en la ley.
—Ve entonces y haz tú lo mismo” (Lucas 10:29–37).
¿Quién fue el prójimo? El prójimo fue el que, aunque tal vez le desagradó lo que vio, no miró hacia otro lado, sino que ayudó. El samaritano no actuó por emoción, sino por convicción: entendía que tenía un deber. Curó sus heridas con vino y aceite, símbolos de la sangre de Cristo y Su Palabra. No se enfocó en la situación del hombre, sino en su condición.
Hoy en día, tal vez no todos son asaltados físicamente —aunque algunos sí—, pero el mal, o mejor dicho, el devorador, está rondando y robando la salvación de personas sin hogar, atrapadas por los vicios o el abandono.
Como vimos al principio de este artículo, solo en Los Ángeles, al sumar las cifras mencionadas, hay 3,408 personas actualmente sufriendo o perdiendo su oportunidad con el Señor.
No debemos olvidarnos de ser prójimos, así como lo fue el buen samaritano.
Por eso, aquí en la Universal, el proyecto Ángeles de la Noche realiza semanalmente una conexión especial para quienes están caídos. No se trata solo de enseñar el significado del buen samaritano, sino de practicarlo. En estas conexiones se entregan alimentos, se ofrece oración a quienes la desean y se comparte una Palabra de fe para levantar a quienes se sienten perdidos o desamparados. Si usted reside en Los Ángeles, California acompáñenos en los servicios de fe en el 625 S Bonnie Brae St Los Angeles, CA 90057 o en la Iglesia Universal más cercana a usted.
Para más información sobre los eventos de la Iglesia y el trabajo evangelístico realizado por los integrantes del grupo EVG, visítenos en la página web universalchurchusa.org/es/
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