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El Cuerpo

El Cuerpo

Sin duda, cuando caminamos en los caminos de Dios y somos conscientes del significado y valor de nuestra alma, llegamos a comprender cuán sagrado es nuestro cuerpo.

En dos ocasiones distintas, la Palabra nos habla del cuerpo humano desde perspectivas complementarias. En una, nos dice que fuimos hechos a imagen de Dios; en otra, que somos parte del cuerpo de Cristo.

Estos son los dos pasajes bíblicos mencionados:

  • “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios; hombre y mujer los creó.” (Génesis 1:27)
  • “De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o no, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” (1 Corintios 12:12–13)

La Palabra nos enseña que, cuando Dios nos creó, lo hizo a Su imagen. También nos dice que, cuando uno camina en Jesús, es parte del cuerpo de Cristo. Si consideramos esto y usamos el ejemplo de un zapato o un guante, notamos que ambos fueron creados a partir de la imagen de un pie o una mano, para que pudieran ser utilizados. Ahora bien, si un guante o un zapato no es usado, o simplemente no está lleno por una mano o un pie, seguirá siendo un objeto vacío que nadie utiliza. Lo mismo sucede con nuestro cuerpo: si no estamos llenos del Espíritu de Dios, seremos —espiritualmente hablando— solo recipientes vacíos.

Pero el cuerpo, así como puede ser lleno de lo bueno, también puede ser lleno de lo malo. Y es en ese punto donde surge la pregunta:

¿Será que no comprendemos el valor de nuestro cuerpo y lo que realmente significa cuando uno se limpia para caminar en Él?

La Palabra nos enseña así:

“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen con su cuerpo a Dios.” (1 Corintios 6:19–20)

La razón por la cual nuestro cuerpo es tan sagrado y debemos cuidarlo es porque, cuando lo limpiamos con Jesucristo y caminamos en Sus pasos, servimos como templo del Espíritu Santo. En el momento en que uno decide seguir Sus caminos, Él nos elige para ser llenos de Su Espíritu, porque hemos tomado la decisión de limpiarnos para Él.

El valor del alma fue pagado para que podamos glorificar a Dios con nuestro cuerpo mientras caminamos en esta tierra.

¡Su cuerpo es sagrado!

Con todo esto dicho, les animo a cuidar su cuerpo, mente y corazón, para que, al ser guiados en Cristo, reciban el Espíritu Santo y, como resultado, su alma alcance la salvación.

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