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Nutriendo el cuerpo, honrando el alma

Nutriendo el cuerpo, honrando el alma

En un mundo que avanza a ritmos diferentes, donde algunos corren hacia adelante y otros luchan por mantenerse al paso, la armonía puede parecer lejana. Entre los muchos desafíos que enfrentan las personas, uno de los más básicos —y vitales— suele darse por sentado: el acceso a los alimentos. Mientras muchos disfrutan de platos llenos sin pensarlo dos veces, otros enfrentan la dura realidad de la inseguridad alimentaria, sin acceso constante a una cantidad suficiente de alimentos nutritivos para llevar una vida sana y activa.

La inseguridad alimentaria no es exclusiva de quienes no tienen hogar. Aunque la población sin techo la experimenta de forma más aguda, muchas personas con vivienda también cargan con el peso de tener que elegir entre la comida y el alquiler, o entre una comida y la atención médica. Es un problema sistémico —no un fracaso personal— que tiene sus raíces en el alto costo de vida, los bajos salarios, el desempleo y el aumento del precio de la vivienda. Según el informe Elevating Voices, estos factores se entrelazan y mantienen a millones de personas atrapadas en un ciclo de escasez.

El impacto es generalizado. Solo en 2023, aproximadamente el 13.5 por ciento —es decir, 18 millones— de los hogares en Estados Unidos experimentaron inseguridad alimentaria en algún momento. No se trata solo de hambre; se trata de los efectos duraderos en la salud, el bienestar mental y la dignidad. Las personas con inseguridad alimentaria enfrentan con frecuencia mayores riesgos de enfermedades crónicas, fatiga y angustia emocional, todo lo cual dificulta aún más romper el ciclo.

Ante un desafío así, la compasión se vuelve un poderoso antídoto. Organizaciones como Ángeles de la Noche llenan ese vacío, distribuyendo alimentos y ofreciendo oración a quienes lo necesitan. Su misión va más allá de brindar comidas: también nutren el alma. Los voluntarios ofrecen no solo su tiempo, sino también su presencia, encarnando la virtud de la bondad, reflejo de la bondad divina.

Estos actos de servicio son más que caridad; son momentos de conexión. Tomarse el tiempo para hablar con alguien, para verlo, para alimentar su alma tanto como su estómago, es reconocer su humanidad y su dolor. Es también una promesa silenciosa de que el cambio es posible—de que, con apoyo, las cosas pueden mejorar.

“Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo.” (Gálatas 6:2) Este llamado bíblico encuentra eco en cada acción solidaria, recordándonos que al compartir el peso de los demás, damos testimonio del amor en acción.

Al ayudar a nuestro prójimo, nos convertimos en instrumentos de armonía. Cuando reconocemos las luchas de los demás y ofrecemos lo que podemos, nos acercamos a un mundo que avanza, no en ritmos separados, sino al unísono.

La Iglesia Universal realiza labores sociales y evangelística todas las semanas. Si usted reside en Los Ángeles, California acompáñenos en los servicios de fe en el 625 S Bonnie Brae St Los Angeles, CA 90057 o en la Iglesia Universal más cercana a usted.

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