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Después de la última invitación, la última alerta: Yo testifico a todos los que oyen las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a ellas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro; y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa descritos en este libro. — Apocalipsis 22:18-19
Nunca, jamás, debemos agregar, quitar, omitir o distorsionar cualquier palabra de la Biblia. Lamentablemente, muchos lo hacen con el fin de adecuar la Palabra de Dios a sus gustos y voluntades. Citan lo que no está escrito en la Biblia como si lo estuviera; quitan versículos de contexto para decir lo que quieren; escogen algunas cosas para creer y otras para ignorar. Los castigos serán terribles para quien haga esto. Su fin también está profetizado. Cualquier alteración de la Biblia, y en especial del Apocalipsis, por menor que sea, significa maldición eterna.
Ahora, en Sus últimas palabras, nuestro Señor nos da una última promesa: El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén. — Apocalipsis 22:20-21
“Sí, vengo pronto”. Sin embargo, muchos dirán: “Ya pasaron casi dos mil años y Él aún no vino”. Sobre eso, el Espíritu Santo dice: Ante todo, sabed esto: que en los últimos días vendrán burladores, con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde el principio de la creación.
Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado con agua; pero los cielos y la tierra actuales están reservados por Su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.
Pero, amados, no ignoréis esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no Se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. — 2 Pedro 3:3-10
La fuerza de nuestra fe, la esperanza viva de los que obedecen la Palabra de Dios, es la certeza de Su venida. Nunca, jamás, deje que la aparente demora del cumplimiento de las profecías lo haga dormitar en la fe. ¡Esté siempre alerta! Y que también su oración sea: “¡Ven, Señor Jesús!”
Libro: La Tierra va a Prenderse Fuego
Autor: Obispo Renato Cardoso