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Quitándose La Máscara

Actualmente, es muy difícil conocer la verdadera cara de una persona, llegando a servir este asunto de inspiración para músicos y poetas. Las personas ya crecen pensando en la manera de esconder su verdadera personalidad.  Unos para protegerse, y otros, para ganarse el respeto y la honra.

Diariamente, todo lo que se ve en los periódicos y revistas son personas sonriendo a las cámaras como si fuesen las más felices del mundo; sin embargo, todo esto no pasa de ser una gran ilusión. Esas personas son las mismas que sufren con insomnio, que no consiguen mantener una relación duradera, se emborrachan para huir de los problemas, están presas por engancharse a las drogas o por cometer robos. Son quienes, antes o después, acabarán quitándose vida.

Una de las cosas que Dios más desea es encontrar en nosotras un corazón sincero. Una persona sólo puede conocerlo si su corazón está abierto para Él. No es que Dios no nos conozca, todo lo contrario, Él sabe incluso cuántos cabellos tenemos en nuestra cabeza. Lo cierto es que cuando nos disponemos a ello, automáticamente nos libramos de todo aquello que nos ha servido de máscara, es en ese momento que abrimos nuestro corazón.

Muchas personas tienen dificultades para entender lo que significa abrir el corazón a Dios. Escuchan esa expresión siempre que vienen a la iglesia y empiezan a considerarlo como un asunto sin importancia, sobre el que los pastores insisten, ¡sólo que no es así!

Como ya dijimos antes, una persona solamente puede conocer a Dios si se abre para Él. Mientras estemos apegadas a nuestra máscara, es decir, a nuestro orgullo, Dios no podrá ayudarnos. Podemos orar, ayunar, hacer propósitos… pero, aun así, no vamos a encontrarle.

Dios nos conoce, por dentro y por fuera, incluso más que nosotras mismas.  Por eso, ¿para qué esconderle lo que realmente somos? ¿Por qué colocarnos una máscara y fingir que no necesitamos su ayuda?  ¿Por qué esconderle que llegamos al fondo del pozo?

¿Será que todavía no estamos sufriendo lo suficiente? La verdad es que cuando no somos sinceras con Dios, nos convertimos en ¡verdaderas tontas ante sus ojos! Aun así, hay personas que todavía prefieren mantener la apariencia de felicidad.  No importa lo que estén enfrentando en el matrimonio, la vida económica o espiritual; en fin, no importa los problemas que estén viviendo, todo lo que les interesa es que los demás piensen que son felices y que tienen una vida perfecta – ¡como si alguien tuviese una vida perfecta en este mundo!  ¡Sepa que incluso las mujeres nacidas de Dios y llenas del Espíritu Santo enfrentan problemas de vez en cuando para que puedan ejercitar su fe!

“El orgullo del hombre lo humillará, pero el de espíritu humilde obtendrá honores” (Proverbios 29:23). Nuestra verdadera cara es visible ante los ojos de Dios y, a veces, incluso a los ojos de aquéllos que le pertenecen.  Solamente una tonta intentaría esconder quién es realmente. Por eso, sé tú misma y permite que Dios te moldee.  ¡Usa maquillaje, sí! Sin embargo, ¡no permitas que forme parte de tu vida!

Continuará…

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