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Lea la Biblia en un año : 182º día

Lea la Biblia en un año : 182º día

Josué 3

Los israelitas cruzan el Jordán

Temprano a la mañana siguiente, Josué y todos los israelitas salieron de la arboleda de Acacias[a] y llegaron a la orilla del río Jordán, donde acamparon antes de cruzar. Tres días después, los jefes israelitas fueron por el campamento y dieron al pueblo las siguientes instrucciones: «Cuando vean a los sacerdotes levitas llevar el arca del pacto del Señor su Dios, dejen sus puestos y síganlos. Dado que ustedes nunca antes viajaron por este camino, ellos los guiarán. Quédense como a un kilómetro[b] detrás de ellos, mantengan una buena distancia entre ustedes y el arca. Asegúrense de no acercarse demasiado».

Entonces Josué le dijo al pueblo: «Purifíquense, porque mañana el Señor hará grandes maravillas entre ustedes».

Por la mañana, Josué les dijo a los sacerdotes: «Levanten el arca del pacto y guíen al pueblo hasta el otro lado del río». Así que ellos se pusieron en marcha y fueron delante del pueblo.

El Señor le dijo a Josué: «A partir de hoy, empezaré a convertirte en un gran líder a los ojos de todos los israelitas. Sabrán que yo estoy contigo, tal como estuve con Moisés. Dales la siguiente orden a los sacerdotes que llevan el arca del pacto: “Cuando lleguen a la orilla del río Jordán, den unos cuantos pasos dentro del río y deténganse allí”».

Entonces Josué les dijo a los israelitas: «Vengan y escuchen lo que dice el Señor su Dios. 10 Hoy sabrán que el Dios viviente está entre ustedes. Sin lugar a dudas, él expulsará a los cananeos, a los hititas, a los heveos, a los ferezeos, a los gergeseos, a los amorreos y a los jebuseos de delante de ustedes. 11 ¡Miren, el arca del pacto que pertenece al Señor de toda la tierra los guiará al cruzar el río Jordán! 12 Elijan ahora a doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu. 13 Los sacerdotes llevarán el arca del Señor, el Señor de toda la tierra. En cuanto sus pies toquen el agua, la corriente de agua se detendrá río arriba, y el río se levantará como un muro».

14 Entonces los israelitas salieron del campamento para cruzar el Jordán, y los sacerdotes que llevaban el arca del pacto iban delante de ellos. 15 Era la temporada de la cosecha, y el Jordán desbordaba su cauce. Pero en cuanto los pies de los sacerdotes que llevaban el arca tocaron el agua a la orilla del río, 16 el agua que venía de río arriba dejó de fluir y comenzó a amontonarse a una gran distancia de allí, a la altura de una ciudad llamada Adán, que está cerca de Saretán. Y el agua que estaba río abajo desembocó en el mar Muerto[c] hasta que el lecho del río quedó seco. Después, todo el pueblo cruzó cerca de la ciudad de Jericó.

17 Mientras tanto, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del Señor se quedaron parados en tierra seca, en medio del lecho, mientras el pueblo pasaba frente a ellos. Los sacerdotes esperaron allí hasta que toda la nación de Israel terminó de cruzar el Jordán por tierra seca.

Salmos 126, 127 y 128

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.

126 Cuando el Señor trajo a los desterrados de regreso a Jerusalén,[a]
    ¡fue como un sueño!
Nos llenamos de risa
    y cantamos de alegría.
Y las otras naciones dijeron:
    «Cuántas maravillas ha hecho el Señor por ellos».
¡Así es, el Señor ha hecho maravillas por nosotros!
    ¡Qué alegría!

Restaura nuestro bienestar, Señor,
    como los arroyos renuevan el desierto.
Los que siembran con lágrimas
    cosecharán con gritos de alegría.
Lloran al ir sembrando sus semillas,
    pero regresan cantando cuando traen la cosecha.

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén. Salmo de Salomón.

127 Si el Señor no construye la casa,
    el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo.
Si el Señor no protege la ciudad,
    protegerla con guardias no sirve para nada.
Es inútil que te esfuerces tanto,
    desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche,
y te preocupes por conseguir alimento;
    porque Dios da descanso a sus amados.

Los hijos son un regalo del Señor;
    son una recompensa de su parte.
Los hijos que le nacen a un hombre joven
    son como flechas en manos de un guerrero.
¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos!
    No pasará vergüenza cuando enfrente a sus acusadores en las puertas de la ciudad.

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.

128 ¡Qué feliz es el que teme al Señor,
    todo el que sigue sus caminos!
Gozarás del fruto de tu trabajo;
    ¡qué feliz y próspero serás!
Tu esposa será como una vid fructífera,
    floreciente en el hogar.
Tus hijos serán como vigorosos retoños de olivo
    alrededor de tu mesa.
Esa es la bendición del Señor
    para los que le temen.

Que el Señor te bendiga continuamente desde Sion;
    que veas prosperar a Jerusalén durante toda tu vida.
Que vivas para disfrutar de tus nietos.
    ¡Que Israel tenga paz!

Isaías 63

Juicio contra los enemigos del Señor

63 ¿Quién es este que viene desde Edom,
    desde la ciudad de Bosra,
    con sus ropas teñidas de rojo?
¿Quién es este que lleva vestiduras reales
    y marcha en su gran fuerza?

«¡Soy yo, el Señor, proclamando su salvación!
    ¡Soy yo, el Señor, quien tiene el poder para salvar!».

¿Por qué están tan rojas tus ropas,
    como si hubieras estado pisando uvas?

«Estuve pisando el lagar yo solo;
    no había nadie allí para ayudarme.
En mi enojo, he pisado a mis enemigos
    como si fueran uvas.
En mi furia he pisado a mis adversarios;
    su sangre me ha manchado la ropa.
Ha llegado la hora de cobrar venganza por mi pueblo,
    de rescatar a mi pueblo de sus opresores.
Estaba asombrado al ver que nadie intervenía
    para ayudar a los oprimidos.
Así que yo mismo me interpuse para salvarlos con mi brazo fuerte,
    y mi ira me sostuvo.
Aplasté a las naciones en mi enojo,
    las hice tambalear y caer al suelo,
    y derramé su sangre sobre la tierra».

Alabanza por la liberación

Hablaré del amor inagotable del Señor;
    alabaré al Señor por todo lo que ha hecho.
Me alegraré por su gran bondad con Israel,
    que le concedió según su misericordia y su amor.
Él dijo: «Ellos son mi pueblo.
    Ciertamente no volverán a traicionarme».
    Y se convirtió en su Salvador.
Cuando ellos sufrían, él también sufrió,
    y él personalmente[a] los rescató.
En su amor y su misericordia los redimió;
    los levantó y los tomó en brazos
    a lo largo de los años.
10 Pero ellos se rebelaron contra él
    y entristecieron a su Santo Espíritu.
Así que él se convirtió en enemigo de ellos
    y peleó contra ellos.

11 Entonces recordaron los días de antaño
    cuando Moisés sacó a su pueblo de Egipto.
Clamaron: «¿Dónde está el que llevó a Israel a través del mar
    con Moisés como pastor?
¿Dónde está el que envió a su Santo Espíritu
    para que estuviera en medio de su pueblo?
12 ¿Dónde está aquel que manifestó su poder
    cuando Moisés levantó su mano,
el que dividió el mar delante de ellos
    y se hizo famoso para siempre?
13 ¿Dónde está el que los hizo pasar por el fondo del mar?
    Eran como magníficos sementales
    que corrían por el desierto sin tropezar.
14 Al igual que el ganado que desciende a un valle pacífico,
    el Espíritu del Señor les daba descanso.
Tú guiaste a tu pueblo, Señor,
    y te ganaste una magnífica reputación».

Oración por misericordia y perdón

15 Señor, mira desde el cielo;
    míranos desde tu santo y glorioso hogar.
¿Dónde están la pasión y el poder
    que solías manifestar a nuestro favor?
    ¿Dónde están tu misericordia y tu compasión?
16 ¡Ciertamente tú sigues siendo nuestro Padre!
    Aunque Abraham y Jacob[b] nos desheredaran,
tú, Señor, seguirías siendo nuestro Padre.
    Tú eres nuestro Redentor desde hace siglos.
17 Señor, ¿por qué permitiste que nos apartáramos de tu camino?
    ¿Por qué nos diste un corazón terco para que dejáramos de temerte?
Regresa y ayúdanos, porque somos tus siervos,
    las tribus que son tu posesión más preciada.
18 Por poco tiempo tu pueblo santo poseyó tu lugar santo,
    y ahora nuestros enemigos lo han destruido.
19 Algunas veces parece como si nunca te hubiéramos pertenecido;
    es como si nunca hubiéramos sido conocidos como tu pueblo.