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Lea la Biblia en un año : 173º día

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Deuteronomio 27

El altar sobre el monte Ebal

27 Entonces Moisés y los líderes de Israel le dieron al pueblo la siguiente orden: «Obedece todos los mandatos que te entrego hoy. Cuando cruces el río Jordán y entres en la tierra que el Señor tu Dios te da, erige algunas piedras grandes y recúbrelas con yeso. Escribe en ellas todo este conjunto de instrucciones una vez que hayas cruzado el río para entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, una tierra donde fluyen la leche y la miel, tal como te prometió el Señor, Dios de tus antepasados. Después de cruzar el Jordán, erige esas piedras en el monte Ebal y recúbrelas con yeso, tal como te ordeno hoy.

»Luego edifica allí un altar al Señor tu Dios con piedras enteras y en su forma original. No des forma a las piedras con ninguna herramienta de hierro. Edifica el altar con esas piedras sin labrar y úsalo para presentar ofrendas quemadas al Señor tu Dios. También sacrifica allí ofrendas de paz y celebra, ante el Señor tu Dios, comiendo hasta quedar satisfecho. Escribe con claridad todas estas instrucciones sobre las piedras cubiertas de yeso».

Luego Moisés y los sacerdotes levitas se dirigieron al pueblo con las siguientes palabras: «¡Escucha en silencio, oh Israel! Hoy te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios. 10 Por lo tanto, obedece al Señor tu Dios cumpliendo todos los mandatos y los decretos que te entrego hoy».

Maldiciones desde el monte Ebal

11 Ese mismo día, Moisés también le dio al pueblo la siguiente orden: 12 «Cuando cruces el río Jordán, las tribus de Simeón, de Leví, de Judá, de Isacar, de José y de Benjamín subirán al monte Gerizim para proclamar una bendición sobre el pueblo. 13 Y las tribus de Rubén, de Gad, de Aser, de Zabulón, de Dan y de Neftalí subirán al monte Ebal y proclamarán una maldición.

14 »Entonces los levitas dirán con voz potente a todo el pueblo de Israel:

15 “Maldito todo el que talle o funda un ídolo y lo erija en secreto. Esos ídolos, productos de artesanos, son detestables al Señor”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

16 “Maldito todo el que deshonre a su padre o a su madre”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

17 “Maldito todo el que robe terreno a su vecino cambiando de lugar los límites de su propiedad”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

18 “Maldito todo el que desvíe a un ciego de su camino”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

19 “Maldito todo el que se niegue a hacer justicia al extranjero, al huérfano o a la viuda”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

20 “Maldito todo el que tenga relaciones sexuales con alguna esposa de su padre, porque ese acto es una deshonra al padre”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

21 “Maldito todo el que tenga relaciones sexuales con un animal”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

22 “Maldito todo el que tenga relaciones sexuales con su hermana, tanto por parte de padre como de madre”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

23 “Maldito todo el que tenga relaciones sexuales con su suegra”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

24 “Maldito todo el que ataque a su vecino en secreto”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

25 “Maldito todo el que acepte un pago para matar a un inocente”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

26 “Maldito todo el que no acepte ni obedezca las condiciones de estas instrucciones”.

    Y todo el pueblo responderá: “¡Amén!”.

Salmos 119:1-24

Alef

[a]119 Felices son los íntegros,
    los que siguen las enseñanzas del Señor.
Felices son los que obedecen sus leyes
    y lo buscan con todo el corazón.
No negocian con el mal
    y andan solo en los caminos del Señor.
Nos has ordenado
    que cumplamos cuidadosamente tus mandamientos.
¡Oh, cuánto deseo que mis acciones
    sean un vivo reflejo de tus decretos!
Entonces no tendré vergüenza
    cuando compare mi vida con tus mandatos.
A medida que aprendo tus justas ordenanzas,
    te daré las gracias viviendo como debo hacerlo.
Obedeceré tus decretos;
    ¡por favor, no te des por vencido conmigo!

Bet

¿Cómo puede un joven mantenerse puro?
    Obedeciendo tu palabra.
10 Me esforcé tanto por encontrarte;
    no permitas que me aleje de tus mandatos.
11 He guardado tu palabra en mi corazón,
    para no pecar contra ti.
12 Te alabo, oh Señor;
    enséñame tus decretos.
13 Recité en voz alta
    todas las ordenanzas que nos has dado.
14 Me alegré en tus leyes
    tanto como en las riquezas.
15 Estudiaré tus mandamientos
    y reflexionaré sobre tus caminos.
16 Me deleitaré en tus decretos
    y no olvidaré tu palabra.

Guímel

17 Sé bueno con este siervo tuyo,
para que viva y obedezca tu palabra.
18 Abre mis ojos, para que vea
las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas.
19 No soy más que un extranjero en la tierra.
¡No escondas de mí tus mandatos!
20 Siempre me conmueve
el deseo de conocer tus ordenanzas.
21 Tú reprendes al arrogante;
los que se alejan de tus mandatos son malditos.
22 No permitas que se burlen de mí y me insulten,
pues he obedecido tus leyes.
23 Hasta los príncipes se sientan y hablan contra mí,
pero yo meditaré en tus decretos.
24 Tus leyes me agradan;
me dan sabios consejos.

Isaías 54

Gloria futura de Jerusalén

54 «¡Canta, oh mujer sin hijos,
    tú que nunca diste a luz!
Prorrumpe en canciones de alegría a toda voz, oh Jerusalén,
    tú que nunca tuviste dolores de parto.
Pues la mujer desolada ahora tiene más hijos
    que la que vive con su esposo
    —dice el Señor—.
Agranda tu casa; construye una ampliación.
    Extiende tu hogar y no repares en gastos.
Pues pronto estarás llena a rebosar;
    tus descendientes ocuparán otras naciones
    y repoblarán las ciudades en ruinas.

»No temas; ya no vivirás avergonzada.
    No tengas temor; no habrá más deshonra para ti.
Ya no recordarás la vergüenza de tu juventud
    ni las tristezas de tu viudez.
Pues tu Creador será tu marido;
    ¡el Señor de los Ejércitos Celestiales es su nombre!
Él es tu Redentor, el Santo de Israel,
    el Dios de toda la tierra.
Pues el Señor te llamó para que te libres de tu dolor,
    como si fueras una esposa joven abandonada por su marido
    —dice tu Dios—.
Por un breve instante te abandoné,
    pero con gran compasión te recibiré de nuevo.
En un estallido de enojo aparté de ti mi rostro por un poco de tiempo.
    Pero con amor eterno tendré compasión de ti
    —dice el Señor, tu Redentor—.

»Así como juré en tiempos de Noé
    que nunca más permitiría que un diluvio cubra la tierra,
ahora también juro
    que nunca más me enojaré contigo ni te castigaré.
10 Pues las montañas podrán moverse
    y las colinas desaparecer,
pero aun así mi fiel amor por ti permanecerá;
    mi pacto de bendición nunca será roto
    —dice el Señor, que tiene misericordia de ti—.

11 »¡Oh ciudad azotada por las tormentas,
    atribulada y desolada!
Te reconstruiré con joyas preciosas
    y haré tus cimientos de lapislázuli.
12 Haré tus torres de rubíes relucientes,
    tus puertas de gemas brillantes
    y tus muros de piedras preciosas.
13 Yo les enseñaré a todos tus hijos,
    y ellos disfrutarán de una gran paz.
14 Estarás segura bajo un gobierno justo e imparcial;
    tus enemigos se mantendrán muy lejos.
Vivirás en paz,
    y el terror no se te acercará.
15 Si alguna nación viniera para atacarte,
    no será porque yo la haya enviado;
    todo el que te ataque caerá derrotado.

16 »Yo he creado al herrero
    que aviva el fuego de los carbones bajo la fragua
y hace las armas de destrucción.
    Y he creado a los ejércitos que destruyen.
17 Pero en aquel día venidero,
    ningún arma que te ataque triunfará.
Silenciarás cuanta voz
    se levante para acusarte.
Estos beneficios los disfrutan los siervos del Señor;
    yo seré quien los reivindique.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!