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La hipocresía en la Iglesia Primitiva (Parte 3)

La revelación Divina, que consistía en un alto privilegio, se tornó el motivo del mayor fracaso de los judíos, porque su conocimiento era solamente teórico, es decir, sin el Espíritu, sin la esencia de la Palabra.

La hipocresía en la Iglesia Primitiva (Parte 3)

(Parte 3)

La revelación Divina, que consistía en un alto privilegio, se tornó el motivo del mayor fracaso de los judíos, porque su conocimiento era solamente teórico, es decir, sin el Espíritu, sin la esencia de la Palabra.

“Y te confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas” (Romanos 2:19). Aquellos judíos estaban tan convencidos de que tenían capacidad espiritual que se pusieron como guías y maestros para enseñarles incluso a los gentiles. Además, por creerse profundos conocedores de la Ley de Dios, se sentían aptos para formar juicios de valor al respecto del comportamiento ajeno, ignorando que, primero, nos es ordenado mirarnos a nosotros mismos.

También se consideraban luz para los que estaban en tinieblas. Sin embargo, no veían que ellos mismos estaban en la oscuridad.

De igual modo, son muchos los que están ocupando posiciones eclesiásticas y enseñándoles a otros como si tuvieran mucha experiencia con Dios, cuando, en realidad, no tienen nada que añadir a la vida de nadie, ya que no cogitan en las cosas espirituales.

“Instructor de los necios, maestro de los faltos de madurez; que tienes en la ley la expresión misma del conocimiento y de la verdad” (Romanos 2:20). Este fragmento revela que todas las extensas clases y los largos cultos que hacían no eran más que juegos de escena.

Aquellos religiosos eran maestros, parecían grandes instructores, pero no eran más que “guía de los ciegos”. Además, sus alumnos, que parecían tan atentos y mostraban ser buenos aprendices, no eran más que “necios”, “faltos de madurez”, personas tontas, inmaduras y sin preparación, pues no aprendían nada de útil para las luchas en la vida real.

Los conocimientos transmitidos y asimilados por los tales maestros judíos estaban vacíos de valor, porque estaban llenos de sabiduría humana y erudición vacía, innecesaria.

Dios no hace acepción de personas y no usa favoritismos. Por consiguiente, aquel que transgrede Su Palabra – siendo judío o gentil, incrédulo o cristiano, protestante o pentecostal – será condenado en la eternidad, sin excepción.

Así como los judíos rendirán cuentas ante el Todopoderoso por todas las dádivas que recibieron a lo largo del tiempo, nosotros también rendiremos cuentas por todo lo que hemos recibido de Él, porque, así como los judíos alcanzaron muchos privilegios, nosotros también los alcanzamos.

¡Solo el hecho de que el Señor Jesús nos haya escogido y nos haya concedido fe para que creamos en Él ya es algo extraordinario! Por lo tanto, si usamos Sus bendiciones para bendecir a los demás, podrán ser motivo de recompensas aún mayores para nosotros.

Si somos fieles y utilizamos todo el bien que recibimos de Dios con el propósito correcto, seremos aún más honrados por Él. No obstante, sufriremos en la eternidad si usamos esos privilegios con finalidades incorrectas y egoístas.

Si aún no ha leído la primera parte, ingrese en el siguiente link: La hipocresía en la Iglesia Primitiva  Parte 1

y Parte 2

Mensaje substraído de: El Oro y el Altar (autor: Obispo Edir Macedo)

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